Una Loa conmovida se reencontró con los que siempre estuvieron

Dicen que en las buenas siempre van a estar. Lo difícil, es que estén en las malas, y ellos se mantuvieron siempre firmes por y para Loa, su jefa, la que los corregía cuando debía, y los motivaba a mejorar diariamente.

Buena consejera y líder, apegada a sus principios, moldeó su propio trabuco. Con ella a la cabeza, remaron mar adentro. Lo que inició hace más de ocho años, hoy ya no es un equipo, es familia.

Este viernes 2 de mayo, post Día del Trabajador, bajó de su carro y se detuvo como pocas veces al frente de la que fuera su otra casa, la miró fija, se permitió ese momento para recordar lo feliz que fue en ella, donde también lloró; como todo ser humano, pero donde también se hizo más fuerte.

Recordaría la primera vez que abrió esa puerta, la puerta que le mostraría el camino hacia el servicio, a luchar por el más desprotegido, a las oportunidades. Le mostró las realidades que, junto a su equipo, supo gestionar.

Recorrió pasillo por pasillo, departamento por departamento, vio los mismos rostros, pero esta vez ya no era una mirada normal, era más de “gracias, Loa, por tanto”. Posiblemente era una de las últimas miradas, por lo menos desde estas oficinas.

Loa, conmovida, los abrazó a todos. Siguió motivándolos como desde el primer día, como una madre con sus hijos. Cada paso era recordar momentos inolvidables.

Si algo no puede dudar Loa, es de la capacidad de su personal, pero lo más importante, su fidelidad y su compromiso.

Estos pasillos extrañarán a su alcaldesa, porque ya no lo será, pero sí su gobernadora. Y allí estarán los que siempre estuvieron.

Por Cristian Medina

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *