Una visita mortal

Lcda. Grecia Enmanuelle León Cruz

«Ninguno de nosotros es un santo»

Albert Fish (psicópata)

 

Acápite 

Esta es la historia del asesinato de un señor de la tercera edad por parte de su sobrino en complicidad con sus monos voladores. Un asesinato enmascarado del que nadie dará cuenta. He aquí los intríngulis que expone su hija para que quede escrito, aunque este acto perverso nunca hará ebullición en la conciencia de los victimarios porque los psicópatas no tienen conciencia moral.

 

Capítulo I

Una tarde engañosa

 

Nos narra la hija: Aquella tarde escuché el llamado de alguien desde afuera de la cerca del frente y se trataba del primo Mancuso a quien teníamos más de 20 años sin saber de él. El visitante llegó sonriente con un halo aparentemente inocuo y preguntó por mi papá, a quien llamé de inmediato y  nos llenamos de contentura al ver el hombre emprendedor en quien se había convertido aquel chico de ascendencia extranjera al que solo vimos de niño en pocas ocasiones cuando mi papá tuvo dinero e invitaba a la familia a compartir en las fiestas decembrinas. ¡Que me iba a imaginar que Mancuso terminaría asesinando a mi padre!.

 

Mancuso cual caballo de Troya se mostró en ese momento especialmente respetuoso e incluso hizo tomarse una fotografía con mi papá e intercambió números de teléfonos. Mi papá se sintió tan feliz  por la presencia en su casa del hijo del Alemán uno de sus medio hermanos uterinos – a quien ya había perdonado en su corazón por las torturas y abusos a que lo sometió de niño coludido con sus otros hermanos especialmente con la italiana –  y porque al parecer  Mancuso venía en son de paz y de amor –.  Cuando Mancuso vio a mi papá le dijo: “tío te queremos y recordamos lo bien  que te portaste con nosotros cuando no teníamos recursos y por eso te vine a visitar. Mi hermana también vendrá a visitarte y te enseñará a su hijo y yo al mío y te presentaré a mí esposa”. Ante tales palabras mi papá se sintió elogiado, lleno de alegría abrazó a su sobrino Mancuso el hijo del alemán, pero desconocía mi papá lo que albergaba el corazón de aquel visitante que al parecer ya la herencia psicopática lo tenía en sus garras.

 

Capítulo II

Mi padre fue…

 

Mi padre fue el menor, el último de 6 hermanos por parte de su madre (mi abuela), tres wayuu colombianos hijos de un mismo padre (los guajiros), y otros dos a quienes llamaron el alemán y la italiana hijos de otro padre (los germanos), algo así para omitir nombres. El nacimiento de mi padre en vez de alegrías trajo muchos celos y rivalidades entre sus hermanos los guajiros y los germanos, por lo que efectivamente los cinco hermanos se conjugaron en contra de mi papá para hacerle maldades y violarle todos sus derechos.

 

Ya para entonces las Naciones Unidas había adoptado la declaración de los derechos del Niño, pero ésta se trataba de una familia tóxica y esquizofrénica llena de ignorancia, de desamor y de trastornos de la personalidad como la psicopatía, el narcisismo y el sadismo,  que poco o nada le importaba el dolor y los derechos de su hermano menor (mi padre), sino que más bien con jactancia y prepotencia se regodeaban en causarle, afrentas, daños y sufrimientos. Mi abuelo paterno fue un militar que llegó al rango de teniente coronel y fungió como capellán. Esta paternidad escogida ex profeso por mi abuela al querer tener un hijo distinto de otra extirpe; incomodó superlativamente a los guajiros y a los germanos quienes por sadismo – por el solo gusto de hacerle daño – lo tenían como un niño víctima, lo  afligían y le infligían castigos severos y sevicias.  Como decía mi papá. Me daban al amanecer, al mediodía y en la noche «una rumba de coñazos» y yo no sabía por qué. Mi papá era en esencia dentro de esa familia el niño de los azotes.

 

Mi papá me narró en vida de cómo desde niño sus hermanos lo torturaban y abusaban de él, luego después, muchos años después cuando mi papá´ estudió psicología  comprendió que la familia en la que había crecido siendo torturado y malogrado, se trataba de una familia de psicópatas narcisistas. En mi padre sus hermanos cobraban venganza de los daños que su madre mi abuela les infligió, en mi padre sus hermanos se cobraron a golpes y calumnias los daños que su madre esquizofrénica les hacía. Como si mi padre tuviera culpa de la esquizofrenia y la psicopatía que padecía la madre de ellos. Se cobraban en repetición en bucle en mi padre sus hermanos los guajiros y los germanos toda la saña y la degradación que como personas recibían de su madre, pues encontraron en un niño indefenso a la víctima ideal, que no tenía con quien quejarse, que no tenía a quién acudir por auxilio y que lo mantenían aterrorizado.

 

Capítulo III

Mi papá «speed bag»

 

Mi padre llegó a ser un hombre muy culto, pues se preparó en la vida no solo para trabajar y ganarse el sustento sino para entender su idiosincrasia y orígenes, y encontrarle respuestas a tanto daño gratuito que recibió de niño y de adolescente y aun de adulto con los coletazos de las ráfagas que sus psicópatas hermanos no dejaban de dispararle, porque en todo tiempo lo seguían viendo como a una víctima de su propiedad, como su presa, sin derechos y listo para seguir invalidándolo e irrespetando. Además mi padre estudió para entender y comprender las causas y razones de la maldad que lo rodeaba y en la que creció torturado, siendo tratado con odio como si fuera un enemigo, con ignominia, con desprecio y con calumnia.

 

Quiso entender mi papá las razones por las cuales desde niño, desde que él tuvo uso de razón, todo su mundo era un volcán de violencia de ultrajes e incomprensión en su contra. De por qué su madre y sus hermanos lo trataban como si fuera un enemigo, de como si fuera un adulto lo golpeaban siendo un niño.  Mi papá el «speed bag» o «punching» de sus hermanos los guajiros y los germanos,  íngrimo era sometido a golpes, a las afrentas, a los escupitajos, a los ultrajes y a toda perversión que psicopáticamente pasara por la mente y por el antojo de su madre y de sus hermanos trastornados. Mi papá guardaba en su cuerpo las cicatrices de las huellas de las torturas físicas y en su mente las huellas de las torturas psicológicas a que era sometido.

 

Capítulo IV

El corazón de mi papá no soportó el ghosting

 

Hacer ghosting implica cortar toda comunicación y contacto con una persona cercana sin previo aviso ni explicación. Esta práctica, en ocasiones utilizada como una forma de maltrato psicológico, refleja una falta de conciencia sobre el daño que se puede causar y a menudo está asociada a trastornos de personalidad o problemas de autoestima graves de quien la aplica.

 

Mancuso resultó ser un psicópata narcisista más peligroso y especializado que su padre el alemán.  Una persona pasivo-agresiva es aquella que expresa sus sentimientos negativos de manera indirecta, a través de acciones que pueden confundir a los demás. Este comportamiento puede ser una forma de hacer daño a alguien sin enfrentarse directamente. Luego de la visita de Mancuso a nuestra casa, mi padre, mi viejo amado, cuya salud estaba delicada por la diabetes, la hipertensión y con problemas cardíacos severos y otros males asociados; ingenuamente telefoneaba a su móvil a Mancuso y éste inicialmente se comportaba con una simulada cortesía, luego empezó a desviarle las llamadas, a trancarle las llamadas, a hacerle ghosting de distintas maneras, lo dejaba en visto en los mensajes de whatsapp, le escribía que estaba full, que estaba ocupado , y mi padre se trasladó hasta su empresa y lo vio a escondidas discretamente personalmente que Mancuso  estaba divirtiéndose con hacerle ghosting a mi padre,  jugando con su smartphone , gozándose en el desprecio que le hacía a mi viejo. Y mi anciano padre somatizó  lo que su maltratador pasivo-agresivo le estaba infligiendo, incluso llegó a decime: el comportamiento de Mancuso parece producto de otra conciencia, como si su padre, su madre y su hermana menor lo estuvieran predisponiendo en mi contra, envenenándolo para que me quitara su favor, si es que acaso realmente en algún momento quiso hacerme un favor, si es que acaso en algún momento su cortés y corta visita fue auténtica, porque no quisiera pensar que  fue una trampa que me estaba tejiendo. Mi padre aun en lecho de muerte se fue creyendo que a Mancuso lo manejaron unos cordeles como si fuera un títere y que él no era culpable de su propia conducta hostil y desconsiderada. Mi padre amorosamente siempre justificaba a todos.

 

Mi padre murió de disgusto y contrariado.- Por un ataque al miocardio que le produjo un paro cardiaco repentino, mi papá se fue de mi lado. Pero mi padre ya me decía: Por qué Mancuso vino a obnubilarnos con el patrimonio que ha obtenido trabajando según él, a restregarnos en la cara lo que tiene y lo que nosotros no tenemos y luego se muestra hostil y avariento. Por qué Mancuso teniendo recursos y sabiendo que no tenemos nada de comer, por qué  no nos visitó ni en Navidad ni en Nochevieja, y no nos obsequió  ni siquiera un pan – teniendo su casa llena de pan – y para colmo hace caso omiso de mis mensajes. Mancuso al hacerle ghosting a mi padre y al tratarlo con ignominia y desprecio, mi padre se fue quebrantando rápidamente y su corazón debilitado de cuajo dejó de palpitar. No quiso entender mi padre el comportamiento de aquel querido sobrino que le había regalado dos meses antes la alegría de su visita, no quiso entender mi papá que Mancuso era en realidad un malware o un software malicioso que dañó o alteró el crédulo corazón de mi padre. Y mi papá murió llorando acordándose de todo el daño que su madre y sus hermanos le hicieron y de cómo su sobrino lo asesinó por la pena que embargó su corazón, pues corroboró que nunca ninguno de sus hermanos lo estimó ni pensó jamás en dejar de hacerle daño.  Ya papi solo palpita en mí.

 

«Nosotros los asesinos seriales somos sus hijos,

somos sus esposos, estamos en todas partes”

Ted Bundy (psicópata)

 

grecialeoncruz@gmail.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *