Dr. Crisanto Gregorio León
»En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante y detrás de cada noche viene una aurora sonriente»
Khalil Gibran
En el despertar de un nuevo amanecer.- Joven la mañana despierta el día con nuevos bríos, reencontrando al ser con un fresco amanecer, en la esperanza de un futuro con retos distintos. Optimismo es la decisión asertiva en la búsqueda de tus derroteros, sentirte a gusto con tus aspiraciones, con lo que inspira tu vida y alienta tu existencia, en la concepción de que Dios coloca en tu camino lo que imaginaste. Soñar es el principio de otro comienzo, lleno de sus peculiaridades con la convicción de materializar los anhelos de tu alma, que abordarás tu destino con la certeza de emprender lo más noble de tu pensamiento dando respuesta a aquello que inquieta tu esencia. Entender que la madurez se alcanza con cada paso hacia ella, sin miedo a las experiencias que envuelve por ser campo fértil para el aprendizaje de las vicisitudes de la vida. Las cosas vistas desde su mejor arista, es una forma entusiasta de proyectar tu realidad, de asumir desde la diafanidad que en ti se conjuga la tierra prometida. Indiscutiblemente los lazos que mantienes con el creador del universo, te proveen de la musa para anunciarle con orgullo “Al levantarme mi primer pensamiento es para ti.” Meditar sobre tu existencia, por qué te has presentado con tu incomparable diseño y como un proyecto que tú te encargarás de terminar. Atrás quedarán los engaños, las frustraciones, los sufrimientos, la gente que te hirió, quién no te valoró; todo eso será un asunto para el bote de basura y recuerda que la basura no se guarda en la nevera, porque no debemos alimentar nuestras almas con los desperdicios que otros quieren dejar en ellas. Riega tu espíritu con lo más sublime del amor, para quien eres trascendente en cada amanecer, transformando el anochecer en una aurora radiante.
El oxígeno que reconforta.- La alegría, el amor, el respeto, la honradez, la valentía, la esperanza, la generosidad, el sentido de la vida, la sagacidad bien entendida, formarse para la felicidad, la disciplina, la tolerancia, la firmeza cargada de razón; son algunos de los valores que se crean y generan en familia. Fuente de afectos, de comprensión; lazos de amor, el centro en torno al cual gravitan los sentimientos, el crecimiento, la formación y el desarrollo de la personalidad, el impulso para los rumbos de la vida, la reflexión necesaria, la unión que hace la fuerza, el cobijo y el calor, la educación y el entusiasmo; abastecimiento del combustible indispensable para mantenerse ante el timón del día a día con esperanzas hacia el futuro. La familia es la forja que traza los contornos y la esencia de los hijos, donde los engranajes de una complejidad llena de amor dejan verter la solidaridad espontánea y el auxilio inmediato; que obedecen al modelado y diseño del bienestar de sus miembros, donde el contenido de las venas llama a la protección y a la cohesión para la conservación de la especie y del nombre que los aglutina. Abuelos, padres, hijos, nietos, en fin, cada miembro desde su propia dinámica le dan una sin igual característica a cada familia. Y cada cual merece la mejor familia y cada quien se siente orgulloso de la suya por humilde que sea, en tanto robustecida por ese querer común, por ese sentimiento que los involucra y les da fuerza, donde se generan valores, para la práctica dentro y fuera de ella en sociedad. Una familia, un matrimonio, llenos de coherencia, concordia y ejemplaridad es el mejor fundamento para ser feliz o restañar las heridas. La familia es el oxígeno que reconforta, sino es así podrá ser otra cosa pero no familia.
Un corazón dispuesto.- Asumir los quehaceres de la vida cotidiana con un corazón dispuesto, los hace menos gravosos y nos deja la satisfacción de llevarlos a cabo con agrado; la alegría del deber cumplido se apodera del espíritu humano en el gozo de lograr las metas y los objetivos que le dan sentido a la existencia, dejando el ocio a un lado, para recorrer los caminos de la vida con dignidad y sobriedad, sin aspavientos que incomoden a quienes tenemos a nuestro alrededor. Recordando la célebre frase de Antonio Machado, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Y que mejor manera de transitar los caminos de la vida, sino con un corazón dispuesto. Con ganas de hacer las cosas. Siempre me maravillo de la médula y del significado de un pensamiento de Léster F. Ward “… el alma humana agregada al cuerpo, semeja una nave donde el instinto constituye la máquina motora, donde el sentimiento es el combustible y el timón la inteligencia desde donde se dirige toda esa embarcación hacia la consecución de algo bueno y útil”. Desdé cualquier rol o función que nos corresponda desempeñar; el corazón debe estar dispuesto para hacerlo bien; porque de lo contrario encontraremos tantos obstáculos que la monotonía y el desgano nos abrumarán y nuestros ciclos se cerrarán invariablemente, de tal modo que no volverán o llegarán tardíamente. Cuando a todo le encontramos un inconveniente y una justificación para no hacerlo o para hacerlo caprichosamente o de forma altanera y no conforme se requiere hacer; entonces no tenemos un corazón dispuesto y el caos se apoderará de nuestras vidas, aunque creamos que le estamos saboteando las expectativas a otros. Un corazón dispuesto para escuchar y colocarnos en la posición del otro u otra; en la asunción de nuestros deberes como padres, hermanos, hijos, estudiantes, cónyuges, trabajadores; permitiendo que las cosas fluyan, construyendo la armonía con el todo. Con un corazón dispuesto, todo sale bien; y encontramos la disposición para hacer lo que juzgamos a priori como imposible.
Tu espacio vital.- Más singular que la significación geográfica que le diera Friedrich Ratzel, o de la implicación geopolítica que posteriormente le confiriera Rudolf Kjellén; me refiero al espacio vital como tu propio espacio y circunstancia, distinto incluso del hábitat intramuros o dentro de la certidumbre de tu lar. “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”, esta expresión de José Ortega y Gasset sustentada podemos asumirla para orientar a la consecución de la felicidad no obstante las circunstancias, o conforme a las circunstancias. Por acción de las formas de regular la conducta humana; el hombre y la mujer se esfuerzan para vivir en sociedad evadiendo el caos inmediato siempre latente e inesperado, por demás impredecible. Entre las formas de regular la conducta humana están los usos sociales, que para Pedro Juan Perpiñá, lo más característico de los usos frente a la regularidad de los fenómenos naturales es que constituyen un orden moral. No que sea justo, pues hay usos malos y perversos, que la Sociología debe registrar también, sino que su vigencia o validez no se agota en el mundo espacio temporal de la observación externa y del acaecer material, sino que se da también y eminentemente en el ámbito del espíritu”. Robert Louis Stevenson expresó que “Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir.” Y vivir es esforzarse por ser feliz y nadie mejor que tú para saber lo que te hace feliz. Ser feliz no es una fatalidad del destino, sino una conquista de quien sabe viajar dentro de su propio ser, cual máxima socrática “conociéndose”. Para Carl Gustav Jung «Quien mira hacia el exterior, sueña, quien mira hacia el interior, despierta”. De modo que como dice Paulo Coelho «Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar.»
“Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
José Ortega y Gasset