Por expresa disposición del presidente saliente de México Andrés López obrador y la presidenta entrante Claudia Sheinbaum han decidido no cursar invitación, como retaliación, al Rey de España Felipe VI para la toma de posesión el próximo 01 de octubre.
Si analizamos las razones que adujeron ambos para la señalada determinación es que España todavía no se ha disculpado por todos los actos cometidos, hace más de (500) años, en las acciones de conquista y colonización en tierras americanas.
Mientras persistan gobernantes con resentimientos pasmados y egos mal curados los países no avanzan; así además, en nuestro país, Venezuela, sentimos vergüenza ajena cuando escuchamos a ignorantes de los procesos socio-históricos exponer ( sin pestañar ni inmutarse) que la madre patria es África.
Reconocemos los desmanes y abusos de muchos colonizadores que se parecían mucho a los de cualquier empresa de explotación de recursos ajenos, en la actualidad.
Cortés, Pizarro, Valdivia, Quesada y tantos otros iban en busca de riqueza, pero el marco político y jurídico en el que se movían les obligaba a justificarse constantemente, y a sentir de cerca el aliento de la Iglesia, recordándoles que su misión fundamental consistía en facilitar el bien espiritual y material de las comunidades indígenas.
En 1537 una Bula Papal reafirmaba la condición humana de los indios; y en 1542 se publicaron las Leyes Nuevas, que, en suma, venían a confirmar la necesidad de que se respetaran los derechos de la población colonizada.
Para la Corona, el indígena debía ser considerado un vasallo como cualquier súbdito español. No se le podía, en definitiva, esclavizar. La Iglesia, cuyas órdenes religiosas capitalizaron el primer siglo de evangelización, se distinguió por su defensa de la condición del indígena.
En todo caso, nos seguimos preguntando ¿Qué sucedió en América tras la llegada de los españoles? ¿Fue realmente un genocidio sistemático o, por el contrario, se inauguró una etapa de orden, fe y progreso?
Estas preguntas han superado los límites de la academia y han apasionado a sociedades enteras durante siglos.
Sin dudas, hoy la polémica continúa y todos nos apresuramos a situarnos en una esquina del debate. Pero quizá los argumentos y las respuestas no sean sencillos; pero lo que no debemos es desenfundar – rencorosamente- la retaliación en plena civilidad.
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua.
Delta del Orinoco, septiembre de 2024