Ronald Quintero, de 30 años, emprendió en septiembre un viaje a través de la selva del Darién junto a su hijo de tres años, con la esperanza de reencontrarse con su esposa en Estados Unidos y ofrecer un futuro mejor a su familia. Su travesía terminó en tragedia: Ronald se desplomó y su cuerpo permanece abandonado en la selva.
Ronald preparó junto a su hijo de tres años el último viaje de su vida. Quería reencontrarse con su esposa Ana quien vivía desde hace un año en Estados Unidos. Pero el anhelo quedó junto a su cuerpo, porque este hombre, de apenas 30 años, murió en medio de la espesa y peligrosa selva del Darién, el pasado 22 de septiembre de 2024.
Una semana antes, el 15 de septiembre, se despidió de su padre, de su madre, de su hermana y de su casa en Carora, estado Lara. Se montó en un autobús que lo llevó hasta Maracaibo, estado Zulia, e inició por Maicao, Colombia, la primera parada de su viaje. En el departamento de la Guajira del país vecino vivían Daniel y Sofía de 21 años, hermano y sobrina de su esposa Ana, quienes los acompañarían en el viaje que habían programado.
«Ellos habían acordado hacerlo así por la falta de recursos», explica Romer Quintero, padre de Ronald, con la voz quebrada. «Ana tiene nacionalidad colombiana y usó ese recurso para llegar a México y de allí a Estados Unidos. Ronald esperó dos años por el parole humanitario, pero nunca recibió respuesta», narra el hombre. Finalmente, su hijo optó por la peligrosa ruta del Darién, con la ilusión de reunirse con su esposa y la madre de su hijo, con quien había compartido cuatro años de relación.
El Pitazo